Existíamos por el mero echo de molestar



Ambos eramos dos notas distintas, tan discordantes.
Inexistentes.
Pero a ti te gustaba el helado, y a mi este mezclado con café.
A mí me gustaban las palomitas, y tu las preferías de colorines.
Tu cantabas, y yo hacia los coros.
Tu decidiste ser un lunes y un miércoles, yo opté por los días que 
parecían ser pares, como martes y jueves.
A ninguno nos gustaba verlo todo igual, por eso tu cogías 
los colores brillantes y yo los mates.
Yo te corregía y tu me enseñabas.
No había nadie más en el mundo aparte de nosotros.
Era nuestro planeta.
Y en el de los demás...
Existíamos por el mero echo de molestar

1 comentario:

  1. Realmente no se porqué comento porque sinceramente me ha dejado sin palabras, gustarme es poco.

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¿Otro sueño efímero?
Un placer leerlo.