Pero déjame hacerlo, déjame llegar a ti.

Él es como una daga de acero, de hierro fundiéndose.
Fundiéndose dentro de mi.
Y ahora que no sé como está, ni como estuvo anoche,
siento que las horas pasar lentamente en mi reloj.
No tener sueño, y no tenerlo porque él no lo ha tenido.
Llorar, porque él lo a hecho.
Una cosa no duele si uno no lo siente.
Una cosa no es real si uno no lo hace tangible.
Y sé que sus lágrimas son de verdad.
Y yo me siento culpable, porque quizás en alguna
de ellas está mi nombre escrito.
Necesito saber de ti, porque para mi, esto es real.
Y si tengo que convencer al demonio para coger un autobús y estar a tu lado, lo aré.

Pero déjame hacerlo, déjame llegar a ti.

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¿Otro sueño efímero?
Un placer leerlo.