Las rupturas siempre marcan un antes y por supuesto un después, aunque en algunos casos el después sea volver. Siempre marca.
Y necesito marcarme, llevarme en la piel un trozo de este incómodo momento. Todavía no sé si lo mejor es un corte de pelo y un cambio de color, si un cambio en la manera de vestirme y arreglarme. Si tatuarme algo tan fuerte como lo que quiero llegar a ser y que sea mi relación ¿pero que podría ser eso?
A veces me gusta imaginar que a mi manera soy una pequeña obra de arte y quiero tatuarme "La gran ola" de Kanagawa.
Pero la mayoría de veces quiero quedarme como soy, con el pelo largo descuidado, con una raya del ojo y los labios rojos como único maquillaje y mis leggins de búhos favoritos.
Pero en la piel, en la piel quiero llevarlo todo, incluso a él, aunque ahora la distancia duela como mil muertes en el Dark Souls.
Mi piel es la que siente y aprende, la que echa de menos y exige. Yo soy la que se empodera del amor y odia a ratos. Yo soy yo y aprendo, y aunque yo no sea la que deba "curarse" quizás este momento tenía que llegar para enseñarme a esperar y a resperar. Solo digo quizás, porque claro estoy confusa, algo esperanzada y tengo el corazón muy pequeñito con una brújula que da vueltas y vueltas sin parar pero a la cual si le preguntas "¿que quieres?" Se para y apunta directamente a él.
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¿Otro sueño efímero?
Un placer leerlo.